Hermanos míos,
que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo
sea sin acepción de personas
Porque si en vuestra congregación
entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida,
y también entra un pobre con vestido andrajoso
Y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida
y le decís:
Siéntate tú aquí en buen lugar,
Y decís al pobre:
Estate tú allí en pie,
o siéntate aquí bajo mi estrado
¿ No hacéis distinciones entre vosotros mismos,
y venís a ser jueces con malos pensamientos ?
Hermanos míos amados, oíd:
¿ No ha elegido Dios a los pobres de este mundo,
para que sean ricos en fe y herederos del reino
que ha prometido a los que le aman ?
Pero vosotros habéis afrentado al pobre.
¿ No os oprimen los ricos,
y no son ellos los mismos
que os arrastran a los tribunales ?
¿ No blasfeman ellos
el buen nombre que fue invocado sobre vosotros ?
Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo,
bien hacéis
Pero si hacéis acepción de personas,
cometéis pecado
Carta del Apòstol Santiago
Cap. 2 vers 1-9