Porque yo por la ley
soy muerto para la ley,
a fin de vivir para Dios
Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Galatas 2,1-20
Y ciertamente,
aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor,
por amor del cual lo he perdido todo,
y lo tengo por basura,
para asì ganar a Cristo,
y ser hallado en él,
no teniendo mi propia justicia, que es por la ley,
sino la que es por la fe de Cristo,
la justicia que es de Dios por la fe;
quiero conocerle, y sentir el poder de su resurrección,
y la participación de sus padecimientos,
llegando a ser semejante a él en su muerte,
si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
No que lo haya alcanzado ya,
ni que ya sea perfecto;
sino que prosigo,
por ver si logro afianzar aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya;
pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que dejè atrás,
me esfuezo hacia a lo que está delante,
prosigo a la meta,
al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3,8-14
Por esta causa,
doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria,
el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones,
a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento,
para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso
para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros,
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén.
Efesios 3,14-21
soy muerto para la ley,
a fin de vivir para Dios
Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Galatas 2,1-20
Y ciertamente,
aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor,
por amor del cual lo he perdido todo,
y lo tengo por basura,
para asì ganar a Cristo,
y ser hallado en él,
no teniendo mi propia justicia, que es por la ley,
sino la que es por la fe de Cristo,
la justicia que es de Dios por la fe;
quiero conocerle, y sentir el poder de su resurrección,
y la participación de sus padecimientos,
llegando a ser semejante a él en su muerte,
si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
No que lo haya alcanzado ya,
ni que ya sea perfecto;
sino que prosigo,
por ver si logro afianzar aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya;
pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que dejè atrás,
me esfuezo hacia a lo que está delante,
prosigo a la meta,
al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3,8-14
Por esta causa,
doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria,
el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones,
a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento,
para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso
para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros,
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén.
Efesios 3,14-21