Purificación de la religiosidad popular
La proclamación del Evangelio implica,
la purificación de la religiosidad popular,
pues ésta puede ser influenciada fácilmente
por prácticas supersticiosas.
En efecto, debido a una deficiente evangelización,
el pueblo católico tiene muchas supersticiones
y es presa fácil de personas sin escrúpulos
que aprovechan esta característica del catolicismo latinoamericano,
para obtener ganancias económicas.
Por eso es necesario aclarar
que muchas creencias y prácticas muy comunes en el pueblo católico,
distorsionan notablemente el sentido de la fe y la praxis cristianas.
Nos referimos a supersticiones tales como el mal de ojo,
la «devoción» a la así llamada Santísima Muerte,
el uso de diversos amuletos y talismanes
(herraduras, pulseras, cuarzos, etc.)
para atraer la buena suerte y alejar a posibles personas envidiosas
o las famosas «malas vibras» o las «energías negativas».
También es necesario aclarar lo relativo a los horóscopos,
la consulta a los autodenominados «maestros espirituales»
y la lectura de la abundante literatura esotérica.
Es conveniente, también, aclarar
todo lo relacionado con la lectura de la palma de la mano,
las cartas del tarot y otras formas de adivinación,
muy extendidas actualmente entre nuestro pueblo.
Lo mismo por lo que se refiere a hacer llamadas
a diversos números telefónicos
donde sería posible conocer «nuestro futuro»,
dichas llamadas se caracterizan por los costos elevados por minuto
y las respuestas sumamente ambigüas
que reciben aquellos que hacen la consulta.
Supersticiones y religiosidad popular
¿Por qué hablamos, en este contexto,
de la necesidad de la purificación de la religiosidad popular?
Aunque estos elementos no entran propiamente
en lo que se llama religiosidad popular,
tienen mucho que ver con ella,
puesto que las prácticas supersticiosas son percibidas, muchas veces,
en un contexto religioso y están relacionadas
con devociones de la piedad popular católica.
Sobre este aspecto conviene recordar
que no pocos católicos creen
que si tienen cierta devoción a San Martín de Porres
no se enfermarán,
que si son devotos del Sagrado Corazón
no se morirán sin antes no haberse confesado y comulgado
o que si se porta al cuello un escapulario,
no se irán al infierno.
Conviene apuntar que, en muchas prácticas supersticiosas,
se hace uso abundante de imágenes religiosas,
agua bendita, medallas, flores, veladoras, inciensos,
novenas, oraciones especiales, e incluso,
peregrinaciones y procesiones,
todo esto con la finalidad de obtener «milagros»
en la vida laboral y afectiva,
es decir, en áreas tales como la económica y la vida de pareja.
Parece ser que los aspectos que más interesan
en todo este tipo de creencias y prácticas
son los que se refieren a la salud, el dinero y el amor.
Retos y oportunidades
La proliferación de todas estas creencias y prácticas
debe ser un acicate para que los sacerdotes,
catequistas y agentes de pastoral
anunciemos el Evangelio de Cristo,
teniendo presente todas estas situaciones.
En este contexto, se trata de retos y oportunidades
que se presentan a nuestra actividad evangelizadora.
Por ejemplo, podemos empezar a insistir en nuestra catequesis
sobre la correcta veneración a los santos
y a las imágenes y reliquias de los santos.
El significado auténtico de los escapularios,
la finalidad auténtica de las novenas,
el agua bendita, las veladoras y la bendición de objetos religiosos;
la concepción católica sobre la muerte,
el destino y la fortuna; etc
Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
APOSTOLES DE LA PALABRA
La proclamación del Evangelio implica,
la purificación de la religiosidad popular,
pues ésta puede ser influenciada fácilmente
por prácticas supersticiosas.
En efecto, debido a una deficiente evangelización,
el pueblo católico tiene muchas supersticiones
y es presa fácil de personas sin escrúpulos
que aprovechan esta característica del catolicismo latinoamericano,
para obtener ganancias económicas.
Por eso es necesario aclarar
que muchas creencias y prácticas muy comunes en el pueblo católico,
distorsionan notablemente el sentido de la fe y la praxis cristianas.
Nos referimos a supersticiones tales como el mal de ojo,
la «devoción» a la así llamada Santísima Muerte,
el uso de diversos amuletos y talismanes
(herraduras, pulseras, cuarzos, etc.)
para atraer la buena suerte y alejar a posibles personas envidiosas
o las famosas «malas vibras» o las «energías negativas».
También es necesario aclarar lo relativo a los horóscopos,
la consulta a los autodenominados «maestros espirituales»
y la lectura de la abundante literatura esotérica.
Es conveniente, también, aclarar
todo lo relacionado con la lectura de la palma de la mano,
las cartas del tarot y otras formas de adivinación,
muy extendidas actualmente entre nuestro pueblo.
Lo mismo por lo que se refiere a hacer llamadas
a diversos números telefónicos
donde sería posible conocer «nuestro futuro»,
dichas llamadas se caracterizan por los costos elevados por minuto
y las respuestas sumamente ambigüas
que reciben aquellos que hacen la consulta.
Supersticiones y religiosidad popular
¿Por qué hablamos, en este contexto,
de la necesidad de la purificación de la religiosidad popular?
Aunque estos elementos no entran propiamente
en lo que se llama religiosidad popular,
tienen mucho que ver con ella,
puesto que las prácticas supersticiosas son percibidas, muchas veces,
en un contexto religioso y están relacionadas
con devociones de la piedad popular católica.
Sobre este aspecto conviene recordar
que no pocos católicos creen
que si tienen cierta devoción a San Martín de Porres
no se enfermarán,
que si son devotos del Sagrado Corazón
no se morirán sin antes no haberse confesado y comulgado
o que si se porta al cuello un escapulario,
no se irán al infierno.
Conviene apuntar que, en muchas prácticas supersticiosas,
se hace uso abundante de imágenes religiosas,
agua bendita, medallas, flores, veladoras, inciensos,
novenas, oraciones especiales, e incluso,
peregrinaciones y procesiones,
todo esto con la finalidad de obtener «milagros»
en la vida laboral y afectiva,
es decir, en áreas tales como la económica y la vida de pareja.
Parece ser que los aspectos que más interesan
en todo este tipo de creencias y prácticas
son los que se refieren a la salud, el dinero y el amor.
Retos y oportunidades
La proliferación de todas estas creencias y prácticas
debe ser un acicate para que los sacerdotes,
catequistas y agentes de pastoral
anunciemos el Evangelio de Cristo,
teniendo presente todas estas situaciones.
En este contexto, se trata de retos y oportunidades
que se presentan a nuestra actividad evangelizadora.
Por ejemplo, podemos empezar a insistir en nuestra catequesis
sobre la correcta veneración a los santos
y a las imágenes y reliquias de los santos.
El significado auténtico de los escapularios,
la finalidad auténtica de las novenas,
el agua bendita, las veladoras y la bendición de objetos religiosos;
la concepción católica sobre la muerte,
el destino y la fortuna; etc
Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
APOSTOLES DE LA PALABRA