Os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios
llama anatema a Jesús;
y nadie puede llamar a Jesús Señor,
si no es por el Espíritu Santo.
Ahora bien, hay diversidad de dones,
pero el Espíritu es el mismo.
Y hay diversidad de ministerios,
pero el Señor es el mismo.
Y hay diversidad de operaciones,
pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
Porque a cada uno le es dada
la manifestación del Espíritu para provecho.
Porque a éste le es dada por el Espíritu
palabra de sabiduría;
a otro, palabra de ciencia
según el mismo Espíritu;
a otro, fe
por el mismo Espíritu;
y a otro, dones de sanidades
por el mismo Espíritu.
A otro,
el hacer milagros;
a otro,
profecía;
a otro,
discernimiento de espíritus;
a otro,
diversos géneros de lenguas;
y a otro, interpretación de lenguas.
Pero todas estas cosas las hace el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Porque así como el cuerpo es uno,
y tiene muchos miembros,
pero todos los miembros del cuerpo,
siendo muchos, son un solo cuerpo,
así también Cristo.
Porque por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo,
sean judíos o griegos, sean esclavos o libres;
y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Además, el cuerpo no es de solo un miembro,
sino muchos.
Si dijere el pie:
Porque no soy mano, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja:
Porque no soy ojo, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo?
Si todo el cuerpo fuese ojo,
¿dónde estaría el oído?
Si todo fuese oído,
¿dónde estaría el olfato?
Mas ahora Dios ha colocado los miembros
cada uno de ellos en el cuerpo,
como él quiso.
Porque si todos fueran un solo miembro,
¿dónde estaría el cuerpo?
Pero ahora son muchos los miembros,
pero el cuerpo es uno solo.
Ni el ojo puede decir a la mano:
No te necesito,
ni tampoco la cabeza a los pies:
No tengo necesidad de vosotros.
Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles,
son los más necesarios;
y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos,
a éstos vestimos más dignamente;
y los que en nosotros son menos decorosos,
se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos,
no tienen necesidad;
pero Dios ordenó el cuerpo,
dando más abundante honor al que le faltaba,
para que no haya desavenencia en el cuerpo,
sino que los miembros todos
se preocupen los unos por los otros.
De manera que si un miembro padece,
todos los miembros se duelen con él,
y si un miembro recibe honra,
todos los miembros con él se gozan.
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo,
y miembros cada uno en particular.
1a Corintios 12,3-27