Doctrina Catolica Biblica
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El escándalo y los pequeñitos

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1El escándalo y los pequeñitos Empty El escándalo y los pequeñitos Miér Feb 18, 2009 5:58 am

Vela


Admin

«Maestro, hemos visto a uno
que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros
y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.»
Jesús dijo:

«No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.


«Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.


«Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga

Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna

Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga; pues todos han de ser salados con fuego.

Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.»






El Evangelio nos presenta tres importantes exigencias de conversión para el que quiera ser discípulo de Jesús:

1.- No tener la mentalidad cerrada como lo hizo Juan, que pensaba ser el dueño de Jesús, sino tener una actitud abierta, capaz de reconocer el bien en los otros, aunque sean de otra opinion.

2.- Superar la mentalidad de aquellos que se consideraban superiores a los otros, y que , por esto, despreciaban a los pequeños y pobres y los alejaban de la comunidad.

Para Jesús esta persona merecía la soga al cuello y ser arrojado al fondo del mar.

3.- Jesús pide no dejar que entre la rutina en el vivir el Evangelio, sino que pide que seamos capaces de romper los lazos que nos impiden vivirlo en plenitud.En nuestra sociedad y en nuestra comunidad, ¿quiénes son los pequeños y los marginados? ¿Cuál y cómo es la acogida que les damos a ellos?


Son tres recomendaciones que tienen mucha actualidad hoy por hoy. En muchas personas que pertenecen a la Iglesia católica existe la tendencia de encerrarse en sí mismas, como si nosotros fuésemos cristianos mejores que los otros.

En el mundo de hoy, existe el desprecio por los pequeños, y de hecho aumenta por todas partes. Falta entre nosotros los cristianos el compromiso de vivir el Evangelio.

Pero si nosotros, millones de cristianos, viviésemos realmente el Evangelio, La Iglesia y el mundo no estaría como está.


La mentalidad cerrada Marcos 9;38-40:

Alguno que no era de la comunidad usaba el nombre de Jesús para arrojar a los demonios. Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: “Se lo habíamos prohibido, porque no era de los nuestros”.

¡ En nombre de la comunidad Juan impide que otro pueda hacer una buena acción!

Por ser discípulo, él pensaba tener el monopolio de Jesús, y por esto, quería prohibir que otros, usasen el nombre de Jesús para hacer el bien.

Era esta una mentalidad cerrada y antigua del “¡Pueblo elegido, pueblo separado!”

Jesús responde: “No se lo prohibáis. ¡Quien no está en mi contra, está por mí!” Para Jesús, lo que importa no es si la persona forma parte o no de cierta comunidad, sino si hace el bien que la comunidad debe hacer. Jesús tenía una mentalidad abierta.

Quien da un vaso de agua recibe recompensa Marcos 9,41:

Una frase de Jesús ha sido colocada aquí: En verdad os digo: quien os dé de beber un vaso de agua porque sois de Cristo, no quedará sin su recompensa. Dos pensamientos para comentar esta frase:

1 “Quien da un vaso de agua”: Jesús se está dirigiendo a Jerusalén para dar su vida. ¡Gesto de gran donación! Pero Él no se olvida de los gestos pequeños de donación en la vida de cada uno : un vaso de agua, una acogida, una limosna, y tantos otros gestos con los cuales podemos revelar el amor de Dios.

¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!

2 “Porque sois de Cristo”, Jesús se identifica con los que quieren pertenecer a Él. Esto significa que, para Él, valemos mucho. Por esto, debemos preguntarnos siempre. “¿Quién es Jesús para mí?” y también es bueno preguntarse: ¿Quién soy yo para Jesús? En este versículo encontramos una respuesta que nos da valor y esperanza.

Escándalo para los pequeños Marcos, 9,42:

Escándalo es aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños es dar motivo para que los pequeños se desvíen del camino y pierdan la fe en Dios.

Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia:

“¡ Mereces un soga al cuello, con una piedra de molino para ser arrojado al fondo del mar!”

¿Por qué tanta severidad? ¡Porque Jesús se identifica con los pequeños! (Mt 25,40.45).

Quien los toca, toca a Jesús. Hoy, en muchos lugares, los pequeños, los pobres, muchos de ellos abandonaron la Iglesia católica y van a otras iglesias.

¡No pueden creernos! ¿Por qué?

Antes de ver a los que se alejan es bueno preguntarse: ¿Por qué se van de nuestra casa?

Si se van es porque no se sienten en casa con nosotros. Algo nos falta. ¿Hasta que punto somos culpables? ¿Merecemos la soga al cuello?por andar con nuestras discrepancias y opiniones encontradas, y desavenencias dentro de La Iglesia.

Cortar pies y manos Marcos, 9,43-48:
Jesús ordena a la persona cortarse la mano, pie y sacarse el ojo, si fuesen motivo de escándalo. Dice: “Es mejor entrar en el Reino de Dios con un pie (mano, ojo) que entrar en el infierno-Gehenna con dos pies (manos, ojos)”.

Estas frases no pueden ser tomadas literalmente. Significan que la persona debe ser radical en su opción por Dios y por el Evangelio. La expresión “Gehenna” (infierno) donde su gusano no muere y el fuego no se extingue” es una imagen que indica una situación de la persona que se queda sin Dios.

La Gehenna era el nombre de un valle vecino a Jerusalén, donde se arrojaba toda la inmundicia de la ciudad y donde había siempre un fuego encendido que quemaba toda la basura Este pestífero lugar se usaba por el pueblo para simbolizar la situación de una persona que no participaba del Reino de Dios.

Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños

Varias veces Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí” (Mc 9,37). Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). Pide no despreciar a los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer “a uno de estos más pequeños” (Mt 25.40).

Si Jesús insiste tanto en la acogida, es porque muchos pequeños de hecho no eran acogidos. En efecto, mujeres y niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y obligados al silencio (Mt 21,15-16). Incluso los apóstoles impedían que se acercasen a Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14).

En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades religiosas, muchas personas buenas eran marginadas. En vez de acoger a los marginados, la ley se usaba para legitimar la exclusión.

En los evangelios la expresión “pequeños” a veces indica “ los niños”, otras veces indica sectores excluidos de la sociedad.. No es fácil distinguir. A veces lo que es “pequeño” en el evangelio, quiere decir “niño”, porque los niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Además, no siempre es fácil distinguir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para las cuales se escribieron los evangelios.

Pero, sea lo que sea, lo que está claro es el contexto de exclusión vigente de la época, y la imagen que las primeras comunidades tenían de Jesús: Jesús se pone de parte de los pequeños y asume su defensa. Llama la atención lo que Jesús hace en defensa de la vida de los niños, de los pequeños.


Acoger y no escandalizar.

Una de las palabras más duras de Jesús es contra aquellos que causan escándalo a los pequeños, o sea, los que con sus palabaras y conducta, quitan a los niños la fe en Dios.

Para ellos sería mejor ponerse una piedra al cuello y ser arrojados al profundo del mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).

Oracion

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Web site Carmelita. www.ocarm.org

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2El escándalo y los pequeñitos Empty Re: El escándalo y los pequeñitos Miér Feb 18, 2009 5:58 am

Vela


Admin

El nombre de Jesús no es propiedad exclusiva de nadie


La primera enseñanza que nos dice esta parte del Evangelio constituye un rechazo a todo intento de apropiación exclusiva del nombre de Jesús.

Este nombre, cuyo significado originariamente en hebreo es “Yahvé salva”, designa la misión universal del Mesías, que había sido reconocido como tal poco antes por Pedro.

Jesús no fundó una religión excluyente. En este sentido, resalta la frase con la cual termina su respuesta a la pregunta de Juan: “el que no está contra nosotros, está por nosotros”.

Lejos de Jesús está, y por tanto lejos también debe estar de sus discípulos, cualquier tipo de discriminación que impida a los demás invocar su nombre y por lo mismo ser beneficiarios de la salvación obrada por Dios a favor de todo el que tenga fe, cualquiera que sea su pertenencia religiosa . Esta reflexión es muy importante, justamente en estos tiempos de fanatismos religiosos e intolerantes.

La predicación de Jesús es muy clara con respecto al escándalo. En nuestro lenguaje ordinario, este término suele usarse como sinónimo de desorden. Pero en su significado originario designa el ser piedras de tropiezo, y por eso Jesús usa el verbo “escandalizar” para referirse al hecho de hacer caer a otras personas.

Es significativa en este sentido la relación entre el que se hace piedra de tropiezo para los creyentes y la “gran piedra de molino atada al cuello” con la cual dice el Evangelio que debería ser echado al mar quien haga caer en pecado a los “pequeños”, simbolizando así la maldad que encierra y se refiere al escándalo que se comete con respecto a los creyentes menores e indefensos que cren con simpleza en Jesucristo, como un crimen merecedor de castigo.

El escándalo al que se refiere Jesús tiene que ver con lo que hoy estamos leyendo, viendo y oyendo a diario en los medios de comunicación acerca de la Fè y de Iglesia y de todos aquellos que se aprovechan de creyentes en estado de indefensión para inducirlas a la duda acerca de su Fè .

La radicalidad del Evangelio nos llama a evitar toda ocasión de pecado
La última parte del pasaje evangélico nos trae unas palabras de Jesús como una exhortación a evitar radicalmente cualquier ocasión de escandalizar, poniendo todos los medios que estén de nuestra parte para no caer en la tentación.
Jesús habla aquí del infierno. Jesús lo emplea para referirse no propiamente a un lugar físico, sino al estado de sufrimiento eterno que les corresponderá a quienes hayan optado por vivir lejos de Dios, es decir, lejos del Amor de Dios, encerrados en sus egoísmos y sus conductas discriminatorias e intolerantes hacia el projimo

Al infierno se opone el “Reino de Dios”, reino de la Vida, de amor y de Fraternidad entre hermanos hijos del mismo Padre, el cual es precisamente la presencia amorosa del Señor que hace feliz eternamente a toda persona que, poniendo todo cuanto esté de su parte, sin escatimar los esfuerzos y sacrificios necesarios, quiera vivir en el amor, acogiendo sus enseñanzas y ponièndolas en práctica.

S.J. Gabriel J. Perez.

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