Hermanos, no murmuréis los unos de los otros.
El que murmura del hermano y juzga a su hermano,
murmura de la ley y juzga a la ley;
pero si tú juzgas a la ley,
no eres hacedor de la ley,
sino juez.
Uno solo es el dador de la ley,
que puede salvar y perder;
pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
Santiago 4,1-12
¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?
Para su propio señor estára en pie, o caerà;
pero estará firme,
porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
Uno hace diferencia entre día y día;
otro juzga iguales todos los días.
Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.
El que hace caso del día, lo hace para el Señor;
y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace.
El que come, para el Señor come,
porque da gracias a Dios;
y el que no come, para el Señor no come,
y da gracias a Dios.
Porque ninguno de nosotros vive para sí,
y ninguno muere para sí.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos;
y si morimos, para el Señor morimos.
Así pues, sea que vivamos, o que muramos,
del Señor somos.
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir,
para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?
O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano?
Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios.
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros,
sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
Romanos 14,4-13
No seáis sabios en vuestra propia opinión.
No paguéis a nadie mal por mal;
procurad lo bueno delante de todos los hombres.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres.
Romanos 12,10-18
¿Tienes tú fe?
Tenla para contigo delante de Dios.
Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. "
Romanos 14,22
El que murmura del hermano y juzga a su hermano,
murmura de la ley y juzga a la ley;
pero si tú juzgas a la ley,
no eres hacedor de la ley,
sino juez.
Uno solo es el dador de la ley,
que puede salvar y perder;
pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
Santiago 4,1-12
¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?
Para su propio señor estára en pie, o caerà;
pero estará firme,
porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
Uno hace diferencia entre día y día;
otro juzga iguales todos los días.
Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.
El que hace caso del día, lo hace para el Señor;
y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace.
El que come, para el Señor come,
porque da gracias a Dios;
y el que no come, para el Señor no come,
y da gracias a Dios.
Porque ninguno de nosotros vive para sí,
y ninguno muere para sí.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos;
y si morimos, para el Señor morimos.
Así pues, sea que vivamos, o que muramos,
del Señor somos.
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir,
para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?
O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano?
Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios.
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros,
sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
Romanos 14,4-13
No seáis sabios en vuestra propia opinión.
No paguéis a nadie mal por mal;
procurad lo bueno delante de todos los hombres.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres.
Romanos 12,10-18
¿Tienes tú fe?
Tenla para contigo delante de Dios.
Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. "
Romanos 14,22